De resultar ciertos, y
condenables, los hechos que se denuncian en la noticia que publica «elmundo.es»
(pincha
aquí para leer la noticia) el 18 de septiembre de 2014, se explica, junto con otros muchos casos que
salpican la actualidad, el porqué todavía no se han puesto en marcha
procedimientos eficaces que mejoren realmente la gestión pública, entendiendo
ésta como la forma en que un gobierno cumple sus obligaciones de manera
transparente y con la aplicación de buenas prácticas en sus actividades.
A pesar que en muchos
foros y debates televisivos se diga con insistencia que no se puede generalizar a toda la clase
política, lo cierto es que de ésta no se percibe la adopción de medidas
realmente eficaces para atajar el abuso de la autoridad y de la confianza para
el beneficio privado o la financiación ilegal de los partidos políticos.
A nadie le cabe duda que
el endurecimiento de las leyes contra la corrupción y de las penas contra esos
delitos es importante, pero todavía más decisivo es abordar procedimientos en
la gestión pública que eviten, o prevengan, el estímulo de esa corrupción. Hay
numerosos casos de corrupción que alcanzan a ser conocidos por los ciudadanos solo cuando han llegado a los Tribunales después de la denuncia de personas que, en
ocasiones, se han sentido despechadas y sacan a la luz todos los «trapos sucios»
comprometedores con un: «y ahora te vas a enterar».
En fin, algo muy «ibérico», muy «nuestro y mezquino»: las venganzas y las traiciones.
En fin, algo muy «ibérico», muy «nuestro y mezquino»: las venganzas y las traiciones.
Si bien la corrupción no podrá
erradicarse completamente con las mejoras en las prácticas de la gestión
pública y la transparencia - sería muy ingenuo pensar lo contrario - al mismo
tiempo parece evidente que la actual situación y estado de las cosas sigue
creando incentivos y posibilidades de corrupción.
¡¡¡Que no se cortan un pelo vamos, que no!!!.
¡¡¡Que no se cortan un pelo vamos, que no!!!.
Porque por un lado los
políticos se ponen muy dignos y estupendos delante de un micrófono o mirando a
una cámara cuando dicen aquello de «tolerancia
cero contra la corrupción» y «los corruptos tienen que devolver todo lo robado,
aún a costa de su propio patrimonio», para luego decir, a renglón seguido, que sólo
actuarán, a nivel político contra el sospechoso, cuando al presunto corrupto se
le haya abierto un «juicio oral» (ver el siguiente video). ¿Y esto qué significa?, pues que sólo se
exigirán responsabilidades políticas al encartado a partir del momento en que
se haya concluido el sumario y se abra el proceso penal en que se practican
directamente las pruebas y alegaciones ante el tribunal sentenciador que le ha de juzgar. Mientras
tanto el «imputado de corrupción» sigue sin ser reprobado a nivel político y
campando a sus anchas.
¡¡¡Esto no es precisamente lo que están exigiendo los ciudadanos ni lo que los políticos les venden!!!.
¡¡¡Esto no es precisamente lo que están exigiendo los ciudadanos ni lo que los políticos les venden!!!.
En un entorno en el que se
combate la corrupción se espera que la gestión económica de las
administraciones públicas se haga con transparencia, manteniendo unas
relaciones imparciales con los agentes económicos, evitando conflictos de
intereses y que los funcionarios públicos sean eficientes.
A lo
largo de este blog hago hincapié en estos elementos para las contrataciones de las
administraciones públicas y que se consiguen a través de la aplicación de auditoría de
contratos. Un indicio claro de querer cambiar el estado de las cosas sería
mediante la introducción de las cláusulas pertinentes de auditoría del contrato
para los próximos que se celebren, porque no hace falta esperar a su
incorporación expresa en el Derecho
positivo, sino que ya, con base en la vigente legislación (artículo 87.5 LCSP),
los poderes adjudicadores están habilitados para poder hacerla.
Para terminar, quiero significar el alto coste que tiene la corrupción, porque socava la confianza en las Instituciones y en el gobierno, su autoridad moral. Además, en el ámbito económico tiene costes muy impotrantes, porque provoca una mala asignación de recursos y agrava las desigualdades; incide desfavorablenente en el crecimiento económico, porque actúa como un «impuesto» - ilegal, eso sí - sobre las empresas, eleva sus costes y reduce los incentivos para invertir; y porque la corrupción también tiende a reorientar el gasto público en detrimento de las inversiones socialmente útiles (como la sanidad, la educación, buenas carreteras y comunicaciones) hacia proyectos innecesarios o una infraestructuras y servicios de calidad inferior.
Nota: Los enlaces a la noticia y al video son solo dos casos ilustrativos que he tomado de la actualidad, los más recientes y próximos al momento de escribir este post. No quiera verse en ellos ningún tipo de sesgo o intención malévola, sino lo que son, es decir simples ejemplos que aclaran la explicación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su colaboración